domingo, 26 de octubre de 2014

La acequia de Larán

Heródoto decía que Egipto era un don del Nilo, y con justa razón por su acción vivificante. De igual manera, yo diría que Larán es producto de la bendita acequia que señala uno de los hitos, pues hacia el oeste es uno de los perímetros del área de la población. Pasado el puente de palos de José Vilca, empieza el verdor de las chacras de los  compañeros. Tú te paras en uno de los montículos y te extasías oteando el vasto panorama de un paisaje que se pierde en lontananza: aquí y allá los sembríos de maíz, de algodón, de frijol, platanales, espárragos, higueras; flores moraditas, blanquitas, amarillitas, como pendientes de niñas enamoradas;  los chánguanos, los sauces, las higuerillas que, de vez  en cuando, se levantan majestuosos y muestran sus faces de un variado color vegetal. En medio  de este verdor, aparece la hacienda Larán con sus chimenea enhiesta desafiando el tiempo, sus paredes de adobe y  una que otras casas que  dan señales de vida; más allá, el hilillo de un río que languidece los más de los meses, pero que torna a la vida en verano.  Si oteamos hacia la derecha, divisamos la huaca de los Ramos y el verdor se pierde en lontananza con el mar.
La acequia viene de arriba, de la bocatoma de Portachuelo,  una vertiente del río Chincha,  y luego baja pasando por Huamampali, la cabecera se Santa Ana y da vida el pueblo de Huampullo, un pago colonial de parcelas familiares en que reverdecen los platanales, las guanábanos, el panllevar, algunos viñedos y manzanares. Así va discurriendo, siempre acariciando los carrizales, juncos, sauces misteriosos y ciruelos encantados.
La acequia, luego de escabullirse por debajo del puente de cemento, ingresa matriarcalmente pincelando las laderas  del pueblo. En otros tiempos, era el paraíso de los niños quienes se bañaban como Dios los trajo al mundo, cargados de inocencia y con una alegría que le cantaba a la vida.
En otros tiempos, el pueblo de Larán solía cuidar mucho su acequia, En un jornada comunitaria -como una tradición de las mitas incaicas- los "compañeros" altolareños y del pueblos limpiaban  responsablemente este símbolo de vida. Hoy, es un llamado de una voz que languidece hace cerca de sesenta años.

domingo, 19 de octubre de 2014

Los negritos de Larán

Una de las grandes tradiciones del distrito de Alto Larán se vincula con la presencia de Los negritos. Estos, como se recuerda, tienen más de 80 años y están vinculados con el asentamiento de los primeros  pobladores que llegaron a la entonces ranchería Chancay (dato proporcionado por Armando Yataco, el popular "Manco").

Los negritos es un conjunto de bailarines en que participan personas adultas y también niños. Indudablemente, es una tradición importada de los Andes. La diferencia notoria es que en la versión andina tiene más que todo un carácter jocoso, burlesco, a fin de recordar la presencia afroperuana en los pueblos de la sierra. Así por ejemplo, en Huánuco, ellos usan máscaras negras grotescas y los labios son verdaderos belfos rojos para destacar una bemba reisible; además, usan una especie de cascabeles en las rodillas y unos chicotillos para asustar a los espectadores.

En Larán, la aparición de los negritos se remonta a los albores de la formación del pueblo, es decir, cuando  fue una ranchería de pocos pobladores. Según la referencia, se sabe el primer hatajo de negritos vino de Huampullo. Fueron los hermanos Pedro y Valeriano Yataco Huasasquiche quienes en Nochebuena alegraban el pueblo de Alto Larán. Ellos venían cantando por todo el camino a la luz de la luna y a lo lejos se reconocían sus cantos. Al respecto, recuerda Manco que él también bailaba. Quienes oficiaban de caporales eran Felipe y Alberto Ramos, también Eugenio Aguirre García. Los mayordomos que apoyaban estas iniciativas eran Juan Aguirre, Pelayo Chumpitaz, Matías Véliz, entre otros.

La historia refiere que cuando los hermanos Valeriano y Pedro ya no sacaban el hatajo, fue doña Jacinta Jacobo -de Larán- quien formó su propio hatajo para el deleite de los altolareños. Como recordamos, ella es madre de Máximo Pachas, Juan Pachas, Flora Mendoza, Isaías Magallanes.

Este espíritu contagió a otras connotadas personas de nuestro pueblo y aparecieron otros hatajos como el de los hermanos Camacho; en Huamampali, el de don Pedro Villa. Igualmente, en La Calera, el de Ismael y José Yataco, y de Juan Aburto.

Este sentimiento de los negritos lo continuaron otros por muchos años. Bailaron solo por alegrar a un pueblo de jornaleros y parceleros de la hacienda Larán. Lo encomiable es que ellos sabían celebrar la Navidad con mucho recogimiento y alegría. Hasta ahora nos viene a la memoria esa voz de mando de un Jacinto Vilca, la destrezas de danzantes como Julio Yataco, Paulo Sotelo, Vicente Carrillo. Y qué altolareño no rcuerda a Papí, ese negrito lindo que nos deleitaba con sus "relaciones" y ocurrencias llenas de ingenuidad y alegría, y que nosotros -los niños- y los adultos, festejábamos con grandes carcajadas. El fue el cierralíneas en las mil y unas jornadas de negritos, por muchos años, hasta que el buen Dios se lo llevó al cielo.
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Otro personaje, digno de recordación, es Alejito Mendoza quien dio magistrales pinceladas en la danza de los negritos. Él también fue bailarín y después caporal. Y por un largo tiempo mantuvo la tradición de los Mendoza. Su hatajo, como era costumbre, visitaba cada casa de la aldea encantada - casas de carrizos o adobes- en que se compartía amor, butifarra y chicha de jora.

Actualmente, la posta la tiene su hijo Pedro Alejandro Mendoza Magallanes, y como él mismo lo manifiesta, lo  hace "por ser una tradición de familia" y en memoria de su querido padre. También empezó como bailarín y  luego caporal. A partir de 1996 -a la muerte de su padre- acompaña con el violín.

Así por ejemplo, en el año 2004, en este hatajo se han venido desempeñando como caporales Vicente Mendoza Lévano  y Pablo Vilca Mendoza. L Además, los danzantes son Pedro, Paul, Alaín y Mariela Mendoza (hijos). Además, José Magallanes Ramírez, Jesús Magallanes Vega, Eduardo Espinoza Magallane; Juan Monserrate Yataco ("el abuelo").

Actualmente, los negritos de ALEJANDRO MENDOZA TASAYCO-ALTO LARÁN, está compuesto de la siguiente manera:

-Violinista: Pedro Alejandro Mendoza Magallanes
-Caporales: Pablo Vilca y José Antonio Mendoza Magallanes
-Pastores: Jorge Mendoza Magallanes, Andrés Achic Mendoza, Estefan Magallanes Pachas, Alexi Puma Magallanes, Andrés García Vega, Nicolayev del Piero Muñante Mendoza, Walter Lévano Mendoza, Milagros Mendoza Sulca,Alexandra Mendoza Sulca, Geral Vilcapuma Ramírez, Francisco Vilcapuma Ramírez, Reynaldo Vega Tasayco.

Este hatajo ha paseado su arte en varios eventos regionales, tanto en Chincha como en Ica. Realizó una gira por Chimbote y llegó a Tambo Real, cuando era administrador. Claudio Tay. Tampoco debemos olvidar que en la Final del Concurso de Zapateo Chinchano-2010 CORAZÓN PERUANO -Canal 7, dirigido por Cecilia Barraza,( evento que se realizó en el atrio de la iglesia de Santo Domingo)  el gran violinista oficial que acompañó a los zapateadores, fue Pedro Alejandro Mendoza Magallanes . Y cuando Cecilia le preguntó que de dónde era, él respondió del DISTRITO DE ALTO LARÁN. Gestos como estos nos debe llenar de orgullo pues la imagen de nuestro pueblo se hará cada vez más conocida.

Por eso, desde estas páginas, invoco a mis hermanos altolareños y autoridades, a que apoyen a los negritos,
porque -como dijo Vallejo- "Todo acto o voz genial, viene del pueblo y va hacia él".



Historia del fútbol de Larán

BREVE HISTORIA DEL FÚTBOL EN ALTO LARÁN

EL CONTEXTO

Uno de los acontecimientos más hermosos que nos viene a la memoria, es el fútbol en el  actual distrito  de Alto Larán, provincia de Chincha. Pero estos recuerdos están íntimamente ligados a la historia del pueblo que en sus inicios fue una ranchería (Ranchería Chancay, según nos refirió Armando  Yataco. "Manco"), y que después se llamaría la Villa Alto Larán. Con el correr de los tiempos -y gracias al tesón de sus pobladores- sería lo que es ahora: el distrito de Alto Larán (creado por ley, el 29 de enero de 1965, durante el gobierno del Arq. Ferando Belaunde Terry).

Contextualizando la historia,  en la época de este caserío, el poblado contaba a duras penas con una escasa población de 198 habitantes, tal como lo hemos referido en otros artículos. Algunos de  ellos jornaleros o parceleros de la hacienda Larán; otros, arrieros portadores de productos agrícolas; repartidores de pan, y algunos visitantes del pago de Huampullo, de igual quehaceres. Estos personajes, luego de la pesada jornada diaria, le robaban tiempo al tiempo a fin de practicar el deporte de origen inglés: el fútbol. En las horas de la tarde -a partir de las 4.oo p.m.- se congregaban para entrenar y pactar encuentros amistosos. El escenario tradicional era la  Cancha deTierra que con su desnivel y traicioneros cascajos los retaba a una lucha sin cuartel, mientras que el Piedrón, majestuoso, los contemplaba calladamente. A la caída del sol, luego de combatir como los "Reyes rojos" de Eguren, sudoroso, recogían sus ropas y se sumergían en las tiernas aguas de la acequia o en las bondades de las bateas de madera.

LA VIEJA GUARDIA

Corresponde a la primera generación y está encarnada en los hijos de los fundadores del pueblo. Ellos empezaron a practicar su deporte aproximadamente hacia 1920. Larán era por entonces un caserío de tierra con casas de quincha, sin luz eléctrica. Sus pobladores vivían del cobro  de sus jornales de los días sábados, de su emoción dominguera y de sus fiestas patronales. En lo deportivo, los hombres  -imaginando a sus ídolos de Lima- disfrutaban de sus domingos deportivos. Era un lujo jugar con  pelota de cuero. de blader con pichina, y pasadores. Un fútbol macho, festivo,  pero de gran  fraternidad. 

Fue una afición muy arraigada en las generaciones de los hombres de Larán. De hecho, lo que marcó esta gran afición por el fútbol fueron los ecos de las figuras lejanas de la capital. Por entonces, de los clubes de la liga de Lima llegaban noticias de Alianza Lima, Universitario de Deportes, Círculo Deportivo Italiano, Sport Boys, Ciclista Lima, entre otros. Como dato ilustrativo, recordemos que el Sport Alianza (hoy Alianza Lima)  se fundó en 1901, con el entusiasmo de jóvenes trabajadores de una caballeriza en La Victoria.  

Es de imaginar que las pocas veces que se leía El Comercio, en la parte deportiva, emergían deslumbrantes las imágenes de un Lolo Fernández en un salto felino; las atajadas espectaculares del "Mago" Valdiviezo; los "dribling" endemoniados de don José María Lavalle o la habilidad de un chalaco como  "Campolo" Alcalde . Ese interés popular por el deporte -al parecer- se avivó con la participación de la selección peruana en las Olimpíadas de Berlín en 1936. Como se recuerda, el Perú a pesar de haber ganado a Finlandia por 7 contra 3 (con cinco de Lolo Fernández) y a Austria por 4 contra 2, se  retiró del evento por el atropello e injusticia de la FIFA y el Comité Olímpico. Este tema fue motivo de largas conversaciones, y por mucho tiempo, en la afición altolareña, especialmente en las tertulias nocturnas en los tambos del pueblo. 

Al embrujo de esos jugadores fenómenos del Estadio Nacional, de las graderías de madera, posiblemente el arquero Jesús Vega se creía un  Carlos Ganoza, "El Pez Volador"; Ciprano Magallanes quería emular al férreo defensa  Arturo Fernández;  o Elí Joya, "Chaparro", con sus clásicos "cachazos" (de espalda, en el suelo, introducía mágicamente la pelota en el arco), creyéndose un "Manguera" Villanueva. A ellos se sumaron otros entusiastas jugadores como Vicente Magallanes, Paulino Quispe, Justino Vilca, Benjamín Estrella, Raúl Torres, Manuel Magallanes, Gustavo Magallanes, José Yataco, y otras "estrellas" de la primera generación que dieron colorido al incipiente pueblo de Larán. 

LA GENERACIÓN-PUENTE
La denominamos así porque tuvo un perfil propio y que también se conectó con la siguiente generación mucho más  joven, pues incluso jugaron con ellos en ciertos equipo. Es el caso, por ejemplo, de Alejo García. Nuestro querido Alejo jugó en el Castilla con Sabino Ortiz y Eugenio Coello y muchos otros muchachos. En esta generación podemos a incluir, además, a  Julio Pachas, Antonio Ramos, Rigoberto Vilca, Ángel Ciudad ("Ñito"), Enrique Ortiz, Chengo, Ernesto Vilca Quispe, José Vilca ("Chito"), Rolando Magallanes, y otros tantos que obnubila la memoria. Aquí, de lo que se trata es exhibir a aquellos personajes que también hicieron historia en el vivir diario.



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