domingo, 19 de julio de 2020




LUCY SMITH: UNA ELEGÍA CRIOLLA

 Es el vals clásico de Abelardo Carmona Zegarra (1910 – 1972), natural de Chincha, compuesto en un momento de gran dolor del pueblo peruano. La composición se realizó después de la sensible muerte de esta artista de la radio (1° de enero de 1950). La interpretación estuvo a cargo del trío Los Embajadores Criollos, “Los Ídolos del Pueblo”,  integrado por Rómulo Varillas, Carlos Correa y Alejandro Rodríguez.

Lucy Smith
¡Qué tristeza y qué dolor,
siento yo en mi corazón!
al saber la desaparición
de la estrella de la radio,
que en vida se llamó… Lucy Smith (bis)

En las alas del misterio
  emprendiste raudo vuelo
la aurora parecía, salpicada de tristezas,
                                               el sol con sus rayos de oro, al cielo se la llevó,
                                               en el cielo hay una estrella, una estrella muy hermosa
                                               que en la tierra deja seres, que no cesan de llorar.

Cuando evocamos este título, solo nos queda afirmar acerca de que existe una gran conexión entre la literatura y la música. El vals "Lucy Smith" es un ejemplo claro de que tiene un hálito elegíaco. La elegía, como sabemos, es la expresión del dolor o sufrimiento por la pérdida de un ser querido. Un caso ilustrativo en el plano musical es la canción “Marinero de sueños” interpretada por Isabel Pantoja en que el dolor de mujer es expresado en hermosas metáforas, pues la “golondrina de luna” (la esposa) queda profundamente desolada ante la partida inesperada del “barco velero” (el esposo, el torero “Paquirri”), que ha cruzado la bahía (la vida) y se ha internado en la dimensión de la muerte. Esta dolorosa historia –sin dudas– es expresada a través una bella  imagen poética.

Lucy SmithEn nuestros valses criollos hay algunos ejemplos elegíacos en reconocimiento a algunos personajes que partieron a la dimensión desconocida y que han calado profundamente en el alma popular. Un caso muy sentido es el vals “Murió el Maestro” del compositor Pedro Espinel  quien     –además de haber sido compadre de Felipe Pinglo Alva– le rinde un muy sentido homenaje al “genial intérprete”: /Murió el maestro sin par/hoy por ti ha de llorar/la bohemia criolla/. Un vals con énfasis en lo valorativo y descriptivo del legado de nuestro bardo criollo. Por otro lado, –dentro de la misma óptica criolla– figura la composición “Al Maestro” de Pablo Casas Padilla, pero ofrendada a Alejandro Villanueva, muy amigo del autor. Un vals que traduce la “hazaña infame” del destino  que ha segado la vida de un gran futbolista por lo que /este cruel recuerdo/en la mente queda/Alejandro Villanueva/nuestro amigo fiel/. De esta manera, han quedado inmortalizados dos grandes íconos de raigambre popular.

En este mundo elegíaco se inserta “Lucy Smith”, un vals que rescata la historia trágica  de una joven  artista de la radio. Su autor, Abelardo Carmona Zegarra, pone en evidencia que el lenguaje no solo encierra denotación, una realidad, sino también connotación, es decir, emoción y sentido figurado; este último rasgo  –con diversos matices– es frecuente en nuestros autores, en especial en el numen de Felipe Pinglo Alva. Dentro de esta concepción, Abelardo Carmona ha dado un matiz poético a "Lucy Smith"; él juega con un léxico consabido en los temas elegíacos: dolor, tristeza, corazón, lágrimas, muerte, y algunos otros términos. Y lo original, lo particular, del estilo de los autores está en cómo traducen esos sentimientos en construcciones figuradas. En nuestro análisis, el bardo chinchano –en el tema que nos ocupa– parte de una consideración personal para finalmente convertirla en un dolor colectivo:/Qué tristeza y qué dolor/siento yo en mi corazón/al saber la desaparición/…/. En realidad, son solo dos estrofas en las que se condensa esa simbiosis entre fondo y forma. El estilo lírico se va engalanando con metáforas: /en las alas del misterio/emprendiste raudo vuelo/; animismos: la aurora parecía salpicada de tristeza  /el sol con sus rayos de oro/al cielo se la llevó/; epíteto: /en el cielo hay una estrella/una estrella muy hermosa/, para concluir en una hipérbole colectiva: /que en la tierra deja seres, que no cesan de llorar/. En suma, el lenguaje en sí es aparentemente simple, pero ha sido muy bien condensado en esas imágenes poéticas. El tono es patético, aunque no con la gravedad lorquiana como en “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, pero sí resaltamos que la voz de Rómulo Varillas y las guitarras de Carlos Correa y Alejandro Rodríguez han puesto un sello indeleble a una de las elegías más hermosas del vals peruano. 

Autor: Eugenio Magallanes