“Mi padre se llamaba Pablo
Marcos y mi madre María Ortega”.
Así empezaba la confesión de un altolareño que dejó
la hacienda Larán hacía más de setenta años. Tal vez era un Juan
Preciado que volvía en pos de sus raíces, para saber de dónde venía: ni más ni
menos como el personaje de Juan Rulfo de la obra Pedro Páramo.
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Nació en la
Hacienda Larán en 1937. Vuelve después de más de 70 años en búsqueda de sus
raíces.
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“Mi padre era chofer y en ese tiempo maneja el tractor de la hacienda.
Conmigo éramos cuatro. Mi papá y mi mamá decidieron ir a Lima a tratar de
conseguir una vida mejor. A los años nacieron mis otros dos hermanos. Yo tenía
alrededor de cuatro años cuando esto sucedió.
Le doy el nombre de mis hermanos:
Gloria, Berta, yo, Manuel, Alfredo y Qswaldo. Mi hermano Alfredo es también
artista y caricaturista político del diario Correo, firma así: Alfredo.
Si necesita más, me escribe.
Saludos
Pablo Marcos”.
Era el año 2015. El amigo
Víctor Campos me dio el dato: Pablo
Marco había nacido en Larán. Por eso le escribi de inmediato a Colombia. Y tuvo
la gentileza de contestarme.
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Sus
historietas se difunden por todo el mundo. Especialmente las de Marvel. Es creador de Cona el Bárbaro
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¿Quién es nuestro personaje?
Uno de los más grandes dibujantes del Perú a nivel internacional. Si ingresamos
en el mundo mágico del Internet, veremos
la frondosa información que existe sobre él. Y lo que nos enorgullece es
que declara haber nacido en Larán (es el
primer dato que aparece). En ese mundo de lamperos, tractoristas, de burros y
caballos, en que en las reminiscencias
de niños nos vemos caminando sin zapatos y transidos de un horizonte
incierto.
Pablo estuvo con nosotros el
jueves 17 de noviembre del 2016. Me escribió diciéndome que estaría en Chincha,
venía con su esposa. Por tal
motivo, me desplacé al sur en compañía
de mi hermano Víctor. Allí lo encontramos, en la Plaza de Armas, y como
siempre, rodeado de periodistas, algo que ya había ocurrido en Lima.
Sus primeras palabras fueron: “El
pueblo de Larán es bonito, pero qué pena me da el de la hacienda”. Se había
sumido en el mundo fantasmal de Comala. Yo también comparto su apreciación.
Pablo estudió en el Bartolomé
Herrera y en la Universidad de Lima. Ha trabajado para los diarios La Prensa y
Expreso. Hacia 1967 viaja a México y presta sus servicios artísticos en la
editorial Novaro. Hacia 1970 estará en Nueva Yersey. Su amigo Brodsky lo lleva
a la famosa empresa Marvel en donde deslumbrará por la magia de sus cómics y
series de “Capitan Britania”, “Vampires Tales”, pero su creación emblemática es
“Conan el Bárbaro”. También supieron de su arte “El planeta de los simios”, “El
agente 007”.
Por otro lado, también ha
trabajado para la empresa Wadman Publishing Creat Ilustrate Classics
(1990-2000). Allí deslumbrará con “Las minas del rey Salomón”, “El hombre
invisible”, “Los viajes de Gulliver”,
entre otros.
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La juventud
lo recibió cálidamente en el colegio Ciro Alegría. Es un ícono para viviente.
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Este es el Pablo Marcos
-quien, dentro de su sencillez y
cordialidad- aceptó volver en ese mismo
instante al distrito de Larán. Nos acompañó con su esposa y amigos. Lo llevamos al Colegio Ciro Alegría. Era muy
importante su contacto con la juventud, como un hermano mayor.
Fue recibido por profesores y
alumnos. Ingresó a una de las aulas y les habló a los jóvenes. Después, cogió
una tiza y ante un gran silencio y expectativa
fue esbozando un dibujo. Nadie intuía de quién se trataba. De pronto
concluyó: ¡Era El hombre araña¡ ¡Y
todos sonrientes y alegres aplaudían¡ Vinieron después las fotos, los
comentarios, la promesa de que pronto
volverá.
La calidad humana de Pablo Marcos es admirable. Es una leyenda viva del arte contemporáneo. Es
el maestro de los cómics del terror, la
fantasía heroica y los superhéroes. Los niños y los jóvenes de Larán
tienen en él un referente. Su figura
silente engalana el eglógico verdor de la campiña altolareña.